Una pena es todo lo que necesito para escribir. Es ese combustible que me empuja a inventar, a vomitar sentimientos.
Algunas cosas se solucionan con actitud, otras con un clic, solo un clic, vos no eras el caso.

El sol entra por la ventana, alumbra mis defectos, esclarece mis dolores. En estos días pienso cual es el sentido de todo. Solamente vos.
Música alegre de fondo, ilusiones, proyectos, todo adorna lo que sin duda, es una gran pena. Una pena tan molesta como necesaria, como el bien sin mal, nada tendría sentido, nada tendría sentido sin vos.

Un beso, ese dulce calórico, ese pasaje al mundo utópico, un momento fuera de tiempo en la vida. Nada importa en ese momento, mente en blanco, solo vos.
Un abrazo ese complemento al beso, a veces excusa para negar tal dulce, abrazo que quisiera ser beso, abrazo que no puede abrir las puertas del mundo ideal, que apenas lo puede mirar por una ventana.

Un par de palabras que quieren demostrar inútilmente un sentimiento, menos eficaz que el abrazo e inútilmente comparado con el beso.
Tomarte la mano, momento en que el alma deja su cuerpo, y sale a emborracharse en los bares de tu hermosura. Pero no es nada sin el beso.

Y la pena sigue existiendo, maquillada de abrazos, palabras, etc. Nada la extingue, es una piedra en el camino a tu corazón.
Es la pared entre vos y mi alma, solo queda esperar sentado a que esa pena se reproduzca, que la piedra se convierta en muro, muro que no me deje llegar a tu corazón, muro que me sirva para escribir mis penas.