Podría escribirte los más lindo que en tu vida hayas leído, podría acariciarte una vez más el pelo, podría mirarte a los ojos y desnudarme, podría verte ahora.

Ingenuo que pienses que no te quiero, inocente que me creas todas las cosas que te digo. A cada mirada un mundo se desarma, estamos rodeados de gente pero nunca nos sentí tan solos, tan lejos…

Esta charla se está volviendo incómoda, incoherente, (in) directa, estás preguntando tonterías, estás preguntando cosas que sabes, estás rompiendo mi seguridad de vuelta, estás rompiendo tantas cosas…

Al menos sé que no soy el único, no me hace sentir tan solo en mi soledad, a cada queja tuya voy ahogando palabras que no nos sirven, de las cuáles me arrepentiría, no sirve de nada decirte te amo.

Y otra vez preguntando lo mismo, otra vez el dedo en la yaga, otra caricia sonrojada que termina en mi bolsillo. El aire nos rodea tan amigablemente, mirá en lo que terminamos.

Y yo que podría escribirte tantas cosas… Y yo que te voy amando cada vez más, se hace tan difícil no decírtelo, como obvio de verlo en mis ojos. ¿Y encima me lo preguntás?

No sé muy bien a donde vamos, si es que vamos a algún lugar, pero solo voy si vamos de la mano, sino seguiremos en este punto de tensión donde ni Dios sabe que está pasando, y porqué llegamos hasta ahí. Y yo que podría acariciarte una vez más el pelo…

Es tiempo de un adiós, gastado, predecible y hasta inútil, mi mejilla muere lentamente. Vos te vas, yo quedo inmóvil, vos sos felíz, y yo podría verte ahora…

Ambos sabemos lo que pasa, te estás escondiendo dentro de tu personaje, y solamente conocés el mío, nunca habrás visto este alma que fabrica flores en formas de abrazos incoherentes. Nunca la has visto ni la verás, siempre acompañada estarás.

Y yo que malgasto mí tiempo. Y te niego la verdad.