Más de un año ha pasado. Y todo se siente tan nuevo, cada día es un volver a empezar, un deja vú del futuro.
Cortinas de alegría transparentes, que no logran tapar al Sol, ese Sol que me quema de tristeza cuando lo veo. El único momento de armonía que tengo es cuando bajo la persiana, pesada por demás, ya que dibujé el rostro de Ella en la misma, y al fin así, tener dulces sueños. Sueños… mi realidad ficticia dolorosa, en la que estás vos, Él y la alegría en el mismo espacio y tiempo.

Y así cada mañana se vuelve una tortura, y el sol me quema cada vez más, y ya casi es imposible bajar la persiana y cada vez las noches duran menos. Yo lo recuerdo a Él mientras Ella brilla por su ausencia…
Como marioneta sin dueño, apenas me muevo, apenas siento, pensando en Él, y buscándola a Ella. Tratando de encontrar esos consejos que están en extinción, los útiles.

Así logré, buscando el rostro más hermoso del mundo, el de Ella, ser un especialista en espaldas, desilusiones, locuras, borracheras y abrazos de cuchillos.