Ya estoy seguro, me dejaste ir.
Y por primera vez voy a tomarte de ejemplo. Te acompaño hasta la puerta un frío beso en la mejilla, un “suerte” lejano. Que maravillosa imagen verte desaparecer en el horizonte. Cierro la puerta, cierro mi mente.

Otra vez re-encontrándome con mi seguridad, sacándole las telas de araña a mi corazón, con un cigarrillo de ilusiones llenando de esperanza mis huesos. Nunca había visto la hermosa vista que tiene esa ventana que siempre desprecie con cortinas de moda, tampoco vi ese espejo ni a esa persona que se refleja allí. Que locura hermosa.
Prendo el horno, cocino una sonrisa, ya está lista, estoy por probarla y…

Y de repente apareciste, arrepentida tocándome el timbre, con miles de mentiras en moño, tratando de atraparme con esa red gastada de palabras que no transmiten nada.
Terremoto en mi cuerpo, circos en mi alma, seguridad en mi corazón. Te espió por la mirilla, dejando caer mi alma hecha pedazos al suelo.
No te voy a abrir.

Sentado apoyando la espalda en la puerta, llorando, tocando fondo, así he de morir. Pero feliz… ¿feliz?