¿Cuántas escaleras horizontales subiremos hoy? Lo pensamos antes de partir, y capaz alguna duda rondó tu mente. Luces y luces (y más luces) ciegan mis ojos en esta noche tan cruelmente normal.
Otra traición de mujer y amanecer escupiendo veneno en tu cuerpo, eso es lo que pienso desde que nos despedimos, esquivando tantas ideas que me florecen en la mente. Una fiesta, un desenlace, un final y la vuelta a comenzar, cada uno en su lugar, un sueño por dormir, y la locura de las luces que no te dejan...

La sensación de estar mas allá todo el tiempo, nunca poder disfrutar lo real, lo carnal, lo excelente. Siempre más allá, en tu propio Mundo. Que más dá. Caminamos por caminar a ver quién tardará más... es solo caminar, sin vos al lado. Borracho te puedo describir mejor, borracho la lengua se tranquiliza.

Crudo, congelado, todo está en un punto muerto, se siente en el aire, una incertidumbre de confianza. Los colectivos pasan como el tiempo, y yo siempre cuento hasta amarillo. Las fotos no inmortalizan emociones, las flores que nunca te regalé ríen en el tiempo. Un paso, un enamoramiento, otra traición y de vuelta al show.

Todo se relaciona con todo, una estampita más a la colección de fracasos o a la de honores, juntas letras, palabras, párrafos y nunca podés lograr la eficacia de una caricia.
Recién sacado del horno, te entrego este abrazo, que simbolice el pacto, que como siempre romperás (y yo lo sabía muy bien). Una cerveza por aquí por favor.

La canción se termina, la música va bajando un poco el volumen, las luces y las cervezas juegan a destrozarte, y ahí estás pateando esa pena absurda y quejona, con la ira de sombrero, y el alma en la punta de tu pié, y ahi estás en el mundo del revés con la cerveza en la mano, si ahí, donde no deberías. Otra promesa no cumplida, y donde estás ahora, con tu honra escupida, almacenando el veneno y descargando lo que sea, y porque sí, en este pobre teclado.